Roberto "Cachete" González

Roberto "Cachete" González
Foto de Anatole Saderman

Desde su esquina

Me entra una desazón pensando que mi pintura pueda no servir para nada, y quisiera que gravitara de manera efectiva en el destino humano en momentos tan críticos como los que estamos viviendo.

Roberto “Cachete” González

Lo que no puedo hacer en cuatro años de pronto lo hago en dos días. La presión interior ha encontrado salida y entonces uno, ante su propia obra se siente angélico.

Roberto “Cachete” González

(…) Hacia un Chagall, un Klee, los más imaginativos de los maestros del siglo XX, va nuestro pensamiento al contemplar imágenes tan seductoras. Lo que distingue, sin embargo, a Roberto González es que su estupenda poesía pictórica contiene un tácito rechazo a la violencia, una compasión por el humilde, un inmenso anhelo de paz y de armonía, que hacen de su arte un arte del corazón.

Julio E. Payró (1968)

(…) Porque ante todo y por sobre todo, el contenido de la obra de González es, hace falta repetirlo, el del amor, el de la fraternidad, el de la ternura viril, el de la comprensión humana en su más entregada acepción. Es decir, que en el exacto momento en que su imaginería, que ahora ha conquistado el más decidido y pleno territorio del color –el más gozoso acaso- se acerca con mayor decisión a las fórmulas agresivas usadas para la pelea, para la denuncia, es cuando, sin renunciar a una ni a otra, penetra y trasmite una corriente tan intensa de humanidad. (…).

Osiris Chiérico (1969)

(…) Se trata de una sensibilidad cuya exacerbación bordea peligrosas fronteras. Diríase que González se asoma al abismo y que sale airoso donde de otros difícilmente hubiesen podido escapar de los resultados del vértigo. (…).

Rafael Squirru (1979)

(…) Alguien dijo con acierto ante los dibujos de Roberto González, que transmitían una “experiencia honda, dolorosa y lúcida, signada por la dimensión trágica de la belleza”. Hondura, dolor, lucidez y tragedia que “Cachete” envolvía en una superlativa, exacerbada sensualidad que lo acompañaba y embebía todos los gestos de su vida y en la que posiblemente estuviera la clave de su particular búsqueda de la belleza. Belleza que en sus pinturas restalla a pesar de todo; a pesar de ese bucear en los arrabales más paupérrimos y desdichados de la sociedad, en esos basurales en que todo es destrucción y fracaso, en esos sórdidos interiores donde unos funambulescos ancianos parecen ir apagando su vida en una teatral luz desfalleciente. (…).

Salvador Linares (2006)

(…) No define porque no impone, sugiere porque respeta. Su imagen oscila siempre, titila, escudado en ese humo sutil de la hoguera que persiste sin extinguirse. (…).

Elba Pérez (2012)

Ilustración perteneciente al "Martín Fierro" de José Hernández (1978)

Ilustración perteneciente al "Martín Fierro" de José Hernández (1978)
Ilustración perteneciente al "Martín Fierro" de José Hernández (1978).

Primera pista biográfica

Roberto “Cachete” González nació el 9 de febrero de 1928 en Gualeguay, Entre Ríos, Argentina. Su madre fue Martina González, su padre lo abandonó antes de nacer. Vivió una infancia pobre, el padrastro lo sacó de la escuela para trabajar. Fue repartidor de leche, lustrabotas, vendedor ambulante de golosinas. En la adolescencia brilló como arquero en el club Estudiantes de Gualeguay; el Racing Club se interesó por el muchacho. Pero Cacho (Cachete es su derivación) ya tenía una persona a quien escuchar. Al entrar al Hogar Escuela San Juan Bosco conoció al maestro Roberto Epele. Él fue quien había alentado sus cualidades artísticas, y fue él quien lo puso frente a la disyuntiva: ¿la pintura o el fútbol?, el pibe eligió el arte y se quedó en su ciudad. En 1950 viajó a Buenos Aires. Al principio no la pasó nada bien, hasta durmió en la calle. Obtuvo luego una beca de la provincia de Entre Ríos para asistir al taller de Juan Carlos Castagnino. Luego estudió con Emilio Pettoruti, el maestro no le cobraba, pesaba el afecto por el alumno. Más tarde estudió composición con la escultora Cecilia Marcovich. En la Facultad de Filosofía y Letras asistió a clases de Historia del Arte a cargo de Julio Payró. En 1955 expuso por primera vez en su ciudad, en la librería de Ernesto Hartkopf, un hombre de la cultura que convocaba alrededor de su librería a hombres de distintas disciplinas del arte. En 1957 obtuvo la máxima distinción en el Salón Mar del Plata. En 1960 es becado por concurso por el gobierno de Entre Ríos para hacer un viaje a Europa. En 1963 fue invitado a la muestra “Juventud del mundo”, llevada a cabo en el Museo de Arte Moderno de París. En 1967 fue distinguido con el gran premio de honor en el salón María Calderón de la Barca. Obtuvo el gran premio Fondo Nacional de las Artes en 1971. Ilustró una publicación titulada El mate (junto a pintores como Policastro, Castagnino, Berni), El barón rampante de Italo Calvino, Hombre al margen de Marco Denevi, el Martín Fierro de José Hernández, Tucumán al paso de Enrique Wernicke, Sinfonía de la llanura de Hamlet Lima Quintana, La sonrisa de Hiroshima de Eugen Jebeleanu (junto a Laxeiro, Soldi, Carlos Alonso). En 1993 organizó en Gualeguay la muestra Pintura Argentina. En 1996 fue designado padrino del IV Congreso de Artistas Plásticos de Entre Ríos, llevado a cabo en el Club Social de Gualeguay.

Murió el 26 de enero de 1998 en Buenos Aires, enamorado de Lydia Tchira, retratista ella, con quien tuvo cuatro hijos. Tuvo amigos muy especiales, entre ellos: Juan L. Ortiz y Carlos Mastronardi, y también tuvo relación con Cuchi Leguizamón, Mercedes Sosa, Osvaldo Pugliese, Carlos Alonso, Ernesto Sábato, Julio Payró, Hamlet Lima Quintana, Horacio Guaraní, Rómulo Macció, Armando Tejada Gómez, Luis Felipe Noé.

(Fuente consultada: Roberto “KCHT” González, Una fuerza arrolladora y una calidad increíble al servicio del arte de Patricia Míguez Iñarra en Formas y colores de Gualeguay (2004, Ediciones del Clé) de Nidya Rampoldi, Patricia Míguez Iñarra y Daniel A. Gabriel.

Una historia de vida

Una historia de vida

1955 Expone por primera vez en la librería de Ernesto Hartkopf (Gualeguay).

1956 Expone en el ateneo de El Diario. Luis Etchevere, Paraná.

1957 Premio en Salón de Mar del Plata.

Primer premio Salón “Por la paz” en Van Riel.

1958 Gran Premio Salón Del Litoral.

1959 Becado por Juan Carlos Castagnino.

1960 Becado por concurso en Entre Ríos para viajar a Europa. Recorre Francia, Italia, Bélgica y Holanda.

Invitado al salón Ver y Estimar.

1962 Muestra de pintura argentina en Río de Janeiro.

Participa en la ilustración de la carpeta El mate junto a 10 pintores argentinos, entre ellos: Policastro, Castagnino, Berni.

1963 Invitado a exponer en la muestra Juventud del Mundo que se realizara en el Museo de Arte Moderno de París. Distinguido en el comentario de Le Figaro de París.

1964 Exposición en Galería Nueva.

Exposición en Salón Ver y Estimar.

Ilustra El barón rampante de Ítalo Calvino para la revista El Hogar.

Exposición en Galería Lascaux: muestra conjunta con Carlos Alonso y Freddy Martínez Howard.

1965 Exposición en Galería Riobao.

Gana el primer premio del Poema Ilustrado de Galería Proar; jurado integrado por Líbero Badii, J. Batlle Planas, S. Blum, Leopoldo Presas, A. H. Rosselot y Aída Carballo.

1966 Exposición en Galería Nexo.

Gana el concurso entre la selección de quince pintores argentinos realizada por Galería Penser.

Expone en galería Diálogos: temperas y tintas.

1967 Seleccionado por miembros de la Academia nacional de Bellas Artes para participar en el concurso María Calderón de la Barca. Obtuvo el primer premio.

Expone en Art Gallery International.

1968 Expone en Art Gallery International.

1969 Expone en Art Gallery International.

1970 Exposición en galería de Jacobo Feldman. Córdoba.

1971 Premio Fondo nacional de las Artes a la mejor producción (1970-1971).

Intervino en la muestra en el Gran Hotel Dorá (Buenos Aires, Córdoba y Mar del Plata).

Intervino en el homenaje a Emilio Pettoruti.

1972 Exposición retrospectiva en la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP), Buenos Aires.

Intervino en la muestra Grabadores del taller de A. de Vincenzo en Club de la Estampa de Buenos Aires.

1973 Exposición en Fundación Lorenzutti.

Exposición en galería Scheinsohn: dibujos.

1974 Exposición en galería Centenario de Mar del Plata.

1975 Exposición en galería Altamira, Mar del Plata.

Ilustra Tucumán de paso, libro de poemas de Enrique Wernicke, editado por Alberto Burnichón.

Exposición galería Cangallo.

1976 Ilustra el cuento Hombre al margen de Marco Denevi.

Expone en Atelier Giuffra: dibujos.

1977 Exposición en Altamira Galería de Arte, Buenos Aires: dibujos, témperas y pinturas recientes.

1978 Ilustra el Martín Fierro de José Hernández.

1979 Galería Van Riel: expone originales y témperas para el Martín Fierro.

Presentación del Martín Fierro y exposición de obras en el Hotel Libertador.

Expone en galería Soudan.

1980 Exposición en galería Del Mar. Mar del Plata.

Galería Soudan: expone originales para el Cuaderno de Diálogos Borges/Alifano, suplemento de la revista Siete Días.

1982 Exposición en galería El Farol, Paraná, Entre Ríos.

Exposición en la Sociedad de Repartidores de Diarios, Revistas y Afines (SDDRA).

1983 Ilustra el libro de poemas Sinfonía de la llanura de Hamlet Lima Quintana.

Expone en galería SDDRA.

Expone en galería Palatina.

1984 Invitado por el Complejo Cultural General San Martín a la Exposición del Dibujo Argentino.

Invitado por el Museo José Hernández.

1985 Ilustra los poemas La sonrisa de Hiroshima de Eugene Sibelenius junto a Laxeiro, Soldi y Carlos Alonso.

Intervino en exposición conjunta en el Encuentro Cultural de la Juventud: Homenaje a Cesáreo Bernaldo de Quirós, Gualeguay, Entre Ríos.

Exposición en galería Centoira: Homenaje a Carlos Gardel. Obra en colaboración con Lydia Tchira.

Exposición en galería La Cuadra: 80 trabajos sobre la vida en las villas y los chicos de la calle.

1986 Exposición en galería Hoy en el Arte.

1987 Exposición con Lydia Tchira en galería Del Centenario.

1988 Exposición en galería Hoy en el Arte.

Galería Del Centenario.

1989 Exposición en galería Fénix, Paraná.

1990 Exposición en galería de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP), Buenos Aires.

1993 Pintura Argentina en Gualeguay. Coordina y expone en esta muestra donde participan 40 artistas, entre ellos: Luis Felipe Noé, Martínez Howard, Colombres, Macció y Presas.

1994 Centro Cultural Recoleta. Expone y pinta en vivo en la muestra del grupo Por el Ojo.

1995 Invitado por el Centro de ex-becarios de la OEA en la Argentina para participar en el CD-ROM Catálogo de Pintores del Mercosur.

Exposición en Encuentros, Buenos Aires.

Exposición Arte Erótico, Belgrano, Buenos Aires.

Exposición en el Complejo General San Martín, Buenos Aires.

Exposición en Río de Janeiro.

1996 Invitado por la embajada de Canadá, ilustra junto a Leopoldo Presas Ruptures: revista de las tres Américas editada en Québec, Canadá.

1997 Expone en el Centro Cultural Recoleta, organizada por Arte BA.

Colabora con la Escuela de Artes Visuales de Gualeguay. Organiza exposiciones de grandes pintores argentinos: Carlos Alonso, Felipe Noé, Leopoldo Presas y Rómulo Macció.

1998 Exposición organizada por el Club Social de Gualeguay y la Escuela Provincial de Artes Visuales Roberto Sciutto en homenaje a Roberto González, fallecido a principio de año.

2004 Retrospectiva en Ro Galería de Arte.

2012 Retrospectiva Y la nave va en galería Hoy en el Arte.

martes, 21 de junio de 2016

Roberto "Cachete" González: ilustrador del "Martín Fierro" de José Hernández (1)

De Hacia el Martín Fierro por Antonio Pagés Larraya (editorial Cátedra, 1978):

(…) Es una lectura enamorada, en vilo, de alguna manera fiel al estremecimiento que brota del inexhausto manantial del poema, lo que esta edición procura estimular. No se trata de reimprimir una vez más un libro que aparece constantemente en todas las lenguas, sino de lograr, more mágico, con el estímulo de las imágenes de Roberto González, que los signos lingüísticos y musicales extremen y sutilicen su riqueza semántica. En el siglo XVI, para referirnos a esa alucinante percepción del mundo propia de lo grotesco que Hernández explora en muchos momentos del Martín Fierro, se hablaba de “sueños de los pintores”, y es idea aceptada que en el siglo XVIII se leyó de una manera más penetrante el Quijote por el aporte creativo de los grabados de Guillermo Hogarth, iniciador, sobre todo a través de su visión del lado oscuro y sufriente del mundo, de lo que se llamó “caricatura moral”. En esa compleja relación de formas y contenidos que mutuamente se enriquecen hay que situar los dibujos de Roberto González. Ni repeticiones ni homosemias, ellos buscan un espacio nuevo para la voz y la escritura de Hernández. Rehúyen lo decorativo, lo accesorio y, sin avasallar su identidad, surgen como metáforas de estremecedora pujanza.
(…) Cada artista ha buscado penetrar en el espíritu del Martín Fierro, calar en sus significados y en sus intenciones menos explícitas y, como conclusión no siempre perseguida, han propuesto auténticas valoraciones críticas que van desde la percepción de un didactismo popular hasta el desgarrado ahondamiento de la tragedia humana que Hernández alegoriza en su obra. Esa simbiosis entre campos expresivos que se fertilizan recíprocamente ha favorecido el desplazamiento del poema hacia zonas imprevistas, y pienso que señala en est edición cuidada con tanto fervor por Ismael Colombo, artista señero, uno de sus momentos más afortunados. Al incorporarse el lector al diálogo deslumbrante entre las imágenes de Roberto González y la remota voz del payador, se irá superando ese hiato que yergue muros entre los textos y los ojos, los oídos y la piel del hombre. Porque se lee con todo el cuerpo y toda el alma cuando se lee de verdad. (…).


(Trabajo fotográfico sobre el ejemplar del Martín Fierro: Mario Bellocchio).

lunes, 20 de junio de 2016

La crítica especializada (1): Julio E. Payró (1968)

Julio E. Payró
Es conocida –y apreciada por el público porteño- la trayectoria de Roberto González, un artista joven que nos llegó de la provincia de Entre Ríos, dotado de excepcional talento para el dibujo, buscó la guía de Emilio Pettoruti, realizó un viaje de estudios a Europa, del cual volvió definido y madurado en su arte, y desde entonces cobró relieve como personalidad inconfundible en el ámbito artístico argentino.
En la amplia muestra que presenta en la Art Gallery International podrá valorarse la coherencia profunda de una obra en que la diversidad de los motivos y de los recursos expresivos empleados aparece unificada por el espíritu propio de su autor, cuya sensible facultad imaginativa infunde un acento fantástico y una calidad lírica a sus variadas creaciones.
Una parte de la exposición, la integrada por la serie de los Monos, representa a Roberto González en su fase hasta ahora más conocida, la del certero cultor del blanco y negro, el de los finos valores claroscuristas y el del nervioso y ágil trazo de la pluma. Se desprende ya de ella esa interpretación del simio como “alter ego” del ser humano, cuyo equivalente hallaremos luego en las pinturas de los Gatos, prenunciada, en cierto modo, por un grupo de témperas que parecen constituir la transición entre la obra del dibujante neto y la del pintor, señalada por la primera aparición, en el arte del entrerriano, de un colorido intenso y brillante combinado con el esfumado gris o pardo. En estas témperas se reitera el motivo de la pareja constituida por el hombre de barba hirsuta y su compañera. Ora los vemos, montados en fabulosos caballos, avanzando majestuosamente como monarcas del pobrerío, ora se presentan aterrorizados por una fiera, ora los preceden o acompañan niños esquematizados según convenciones propias del dibujo infantil. Reina en esas composiciones un clima mítico, de resonancias dramáticas, que envuelve la producción entera de este soñador de formas.
Sus Gatos humanizados, núcleo principal de la muestra, son también personajes del mito. Insertan avisos clasificados en los diarios, se enfrentan con seres sobrenaturales, aúllan sus hambres, dialogan con los satélites, destrozan palomas blancas, consuelan a dulces solteronas, critican a sus amos o juegan al amor. Al ejecutar esta serie de cuadros, Roberto González se ha internado una vez más en este mundo fabuloso que siempre ha sido el suyo pero en los últimos tiempos ha cobrado aspectos nuevos y singularmente seductores, sin que la gracia, la finura y la explosiva y juvenil vivacidad del color, ahora exaltado, desmientan un contenido profundo. El notable dibujante, cuyo estilo, tan personal, ha orientado el quehacer de muchos jóvenes artistas, se ha dedicado recientemente a pintar “como pintor”, con la alegría de crear en libertad, con el entusiasmo que suscitan en él las sonoras tintas del acrílico y con una espontaneidad certera que es la del individuo avezado en la captación de formas significativas.
Desde el punto de vista plástico, es notable en su producción última la feliz asociación que logra establecer entre la descripción naturalista –muy libre, por cierto- de la gente felina y la neta condición abstracta de otros elementos de sus cuadros. Maneja con soltura varios “lenguajes” pictóricos, entre los cuales están el relacionado con el expresionismo de origen germánico y el post-cubismo, nutrido por enfrentamientos de perfiles con imágenes frontales. Es grato reconocer el rastro de vitales herencias del pasado reciente en una obra como la de Roberto González que, por supuesto, es bien de nuestro presente y bien original, tanto por la independencia y energía de la factura, cuanto por su inequívoca intención polémica.
Estamos, en suma, en presencia de realizaciones de un pintor dotado de riquísimos recursos para la traducción de su pensamiento íntimo y de su aguda sensibilidad. Tales recursos, los pone al servicio de una visión humanitaria del mundo, que se expresa en términos de fábula pictórica convirtiendo a los Gatos en personeros del hombre mismo. Como el buen fabulista, Roberto González sabe dar a su moraleja una envoltura de cuento fantástico y salpicarla con rasgos de humor cuya virtud consiste en que no son del orden literario sino eminentemente plásticos. Cabe, en efecto, en la pintura un humorismo que es el de la forma, el del color, el de la pincelada. Así, en los Gatos, tal toque del pincel, tal elección de gamas, tal yuxtaposición de colores vivos, tal tinta inverosímil aplicada a una forma tomada de la realidad, son como humoradas del pintor, son como chuscadas que suavizan la aspereza de su lección o la manifestación de su angustia. Como la comedia clásica, que corregía sonriendo las costumbres, cabe una sonrisa en la serie gatuna, aunque en su trasfondo esté una comprobación dolorida de miserias y crueldades.

Sin duda, nos interesa el mensaje que se desprende de estas obras. Mas, convengamos en que, sin una forma adecuada, no hay valor de contenido que proporcione a un cuadro la categoría de obra de arte. En ese sentido, Roberto González se ha realizado plenamente. Sus cuadros de los Gatos ostentan una perfecta integración de fondo y lenguaje. Llaman al espectador con apremio invencible. Esos Gatos, con sus ojos de fuego y sus cuerpos multicolores interpretados con libérrima fantasía, luminosos, fulgurantes, eléctricos, emitiendo fluorescencias y destellos cromáticos que subrayan sus perfiles o estallan en sus lomos o sus colas, pertenecen a un universo imaginario en que a veces actúan como suaves animalitos domésticos pero a veces cobran caracteres de verdaderas fieras, desmintiendo con su ferocidad la dulzura del marco colorido que los rodea, en que los verdes fríos, los blancos, los bermellones, los anaranjados, los violetas, sugieren un esplendor de flora de algún edén de ensueño. Hacia un Chagall, un Klee, los más imaginativos de los maestros del siglo XX, va nuestro pensamiento al contemplar imágenes tan seductoras. Lo que distingue, sin embargo, a Roberto González es que su estupenda poesía pictórica contiene un tácito rechazo a la violencia, una compasión por el humilde, un inmenso anhelo de paz y de armonía, que hacen de su arte un arte del corazón.

Obras 1

Serie del Circo (1997).
Bandadas de ángeles, serie De la Fe (1985).
Figura (1990).

Sin título (1996).